Bienvenidos hermanos y hermanas

Somos una mision Joven Anglicana ,de la Diocesis Anglicana del Peru, que queremos vivir el Evangelio de Jesus, compartiendo y viviendo con los pobres.
El estar aqui caminando en el arenal, las magnificas puestas de sol, teniendo como unico techo el cielo estrellado,nos hace ser bendecidos de Dios, no se trata de renunciar a nada, sino de conseguirlo todo.

«Vuelve a nosotros, discípulo de Jesucristo; ven a traernos la salvación».


Nuestra celebracion Eucaristica no es una eucaristía celebrada como devoción que comienza y termina en la iglesia, no es la eucaristía que celebró Jesús. Celebrar la eucaristía es aceptar el compromiso de darse hasta el final. La eucaristía no es más que el signo (sacramento) de la entrega. Si no se da esa entrega, de estar alli donde mas nos necesitan que nos comprometa con el evangelio y con la vida no estamos viviendo lo que nos enseño Jesus. Bienvenidos a nuestra humilde morada.
Jaime, David, Manuel

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo


La señal del cristiano es la cruz. El discípulo, como su maestro. Si a Él le crucificaron, a sus seguidores también. Y les crucificarán los mismos: el dinero, el poder y los dioses.

Jesús no dio ningún motivo ‘revolucionario’ para que le matasen. No fue un agitador social ni un líder político ni un guerrillero. No lo mataron por eso, aunque le acusaron de eso, calumniándole, para que los romanos quisieran matarle. Lo mataron por ser un revolucionario mucho mayor: por creer en un Dios distinto, por considerar a todos iguales, por preferir a los pequeños, por pasar del poder y del dinero.

Y por eso no nos matan a nosotros. Porque seguimos creyendo en los dioses, porque no consideramos a todos iguales, porque no preferimos a los pequeños, porque no pasamos del poder y del dinero. Jesús era peligroso, nosotros no. No nos parecemos; así de sencillo.

El Dios de Jesús es peligroso, porque no se sienta arriba con poder para juzgar, sino que está debajo para sustentar, dentro para fermentar. Y eso no vale para asentar en los dioses el poder y la dignidad. Esto no les gusta nada a los sacerdotes, porque su dignidad se deriva directamente de la dignidad de dios, y si dios no está arriba, ellos tampoco.

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