Bienvenidos hermanos y hermanas

Somos una mision Joven Anglicana ,de la Diocesis Anglicana del Peru, que queremos vivir el Evangelio de Jesus, compartiendo y viviendo con los pobres.
El estar aqui caminando en el arenal, las magnificas puestas de sol, teniendo como unico techo el cielo estrellado,nos hace ser bendecidos de Dios, no se trata de renunciar a nada, sino de conseguirlo todo.

«Vuelve a nosotros, discípulo de Jesucristo; ven a traernos la salvación».


Nuestra celebracion Eucaristica no es una eucaristía celebrada como devoción que comienza y termina en la iglesia, no es la eucaristía que celebró Jesús. Celebrar la eucaristía es aceptar el compromiso de darse hasta el final. La eucaristía no es más que el signo (sacramento) de la entrega. Si no se da esa entrega, de estar alli donde mas nos necesitan que nos comprometa con el evangelio y con la vida no estamos viviendo lo que nos enseño Jesus. Bienvenidos a nuestra humilde morada.
Jaime, David, Manuel

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo II


Para Jesús todas las personas son iguales porque todos son hijos. Ni por ser rico ni por ser pobre se es más ni menos. Esto no les gusta nada a los ricos. Es muy incómodo tener un hermano pobre, compromete, afea, es fuente de numerosas molestias. Tampoco les gusta del todo a los pobres: es molesto que el rico sea mi hermano, no podremos odiarle y matarle sin sentir remordimientos. Es mucho más sencillo que sea sin más mi enemigo.

Para Jesús son antes los pequeños, sencillamente porque necesitan más. Y las madres y los médicos y los pastores y los maestros… emplean más tiempo y más esfuerzo en los que necesitan más. Esto no les gusta nada a los grandes, porque les impiden disfrutar en paz de su grandeza, les llena de preocupaciones, no pueden quedarse sin más con lo que Dios les ha dado, se sienten responsables y por tanto despojados de su libertad. Y sobre todo, se sienten desprestigiados. Ser grande ya no es un mérito adquirido, una bendición de Dios, sino un compromiso, un talento, una responsabilidad.

Pasar del poder y del dinero es de locos. Todo el mundo corre enloquecido tras el poder y el dinero. Hay que comprar cosas para disfrutar de cosas, hay que tener poder, prestigio, status, influencia… Meta de la vida.

¿A qué loco se le ha ocurrido que el poder y el dinero no son buenos? Pues, a Jesús, que ha descubierto algo tan sencillo como esto: el poder y el dinero son bienes pegajosos, tienden a apoderarse del que los tiene y lo deshumanizan. A Jesús, que observa que el poder y el dinero son difícilmente compatibles con la compasión, la sencillez y la libertad.

Poder para servir a los pequeños, dinero para aliviar a los pobres…

Entonces, ¿para qué quiero el poder y el dinero? Nuestra cultura ha resuelto a veces el problema con mucha inteligencia: el diezmo, el porcentaje: el 90% del poder y el dinero para mí, para mi satisfacción: el 10% para justificarme y conseguir mejor imagen. O sea, también para mí.

Un gobernante que use el poder para servir a la gente, sobre todo a los más pequeños, no genera riqueza y poder para sus amigos, no reparte más que cargas… no durará mucho en el poder; será crucificado como gobernante.

Un empresario que tiene menos interés en los beneficios que en el nivel de vida de los obreros sirve mal a la clase empresarial. Será crucificado.

Un matrimonio que gasta poco, que no renueva el guardarropa en cada estación, que tiene más de dos hijos, que no cambia de coche cada dos años, que pierde todos los días varias horas con sus hijos, que reduce su consumo a lo razonable, que recicla, que reutiliza, que comparte… es odioso; parece que te esté echando en cara todos los días cada cosa que haces… ni siquiera se puede hablar con ellos de las cosas normales. Será marginado, sutilmente, cotidianamente… Será crucificado.

Un pastor o presbítero que no predica de la iglesia y sus dogmas y órdenes sino de Jesús y sus compromisos, que no hace teología dogmática sino que cuenta parábolas, que no manda en su iglesia sino que anima, aconseja, invita, carga con lo menos atrayente, se mete en los líos de la gente … no llegará a Obispo. Será crucificado.

Y así tantos y tantos. Todos los que quieran vivir piadosamente, siguiendo a Jesús, sufrirán persecución. Todos, menos nosotros, que seguimos a Jesús estupendamente bien, creemos lo que hay que creer, esperamos lo que hay que esperar, cumplimos lo que hay que cumplir según lo mandan los representantes de Cristo en la tierra, y vivimos, ajenos a la compasión, respetados por el poder y por el dinero, disfrutando aquí del ciento por uno y seguros del premio de la vida eterna, y tan lejos de la cruz como sea posible.

Aunque, eso sí, la exhibimos por todas partes, la llevamos colgadita al cuello, la besamos. Bonitas cruces, de madera, de plata, de marfil, adornadas con brillantes, obras de arte quizás. La única palabra que se me ocurre ahora es ……..

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